AL SAGRADO CORAZÓN DE CRISTO REY
Acto de
proclamación (consagración) al Sagrado Corazón de Cristo Rey y juramento de
fidelidad y vasallaje.
Corazón Sacratísimo del Rey pacífico: radiante de júbilo como
fieles vasallos, venimos hoy a postrarnos al pie de tu trono y gozosos te
proclamamos a la faz del mundo: REY INMORTAL DE LA NACIÓN ……, al acatar tu
Soberanía sobre todos los pueblos.
Queremos coronar tu frente, ¡Oh Cristo Rey!, con una diadema
de corazones …….. y poner en tus manos, el cetro de un poder absoluto, para que
rijas y gobiernes a tu pueblo amado. Eres Rey como afirmaste en tu pasión,
¡porque eres el Hijo de Dios! Por lo tanto, ¡Oh Monarca amabilísimo!, este
pueblo tuyo, que tiene hambre y sed de justicia, que se ampara en tu celestial
Realeza, te promete entronizar tu Corazón en todos sus hogares, pobres o ricos
y rendirte el homenaje que mereces, reconociendo tus derechos santísimos sobre
todo el orbe.
Consagramos a tu Corazón Sagrado, la Iglesia de ……. con todos
sus Pastores, Ministros y Comunidades religiosas; la Patria querida con todos
sus hogares, las familias con todos sus miembros; ancianos, jóvenes o niños; a
los amigos y a los enemigos y muy particularmente, a las madres, las esposas y
las hijas, destinadas a modelar el corazón del futuro pueblo ……, para que
triunfes y reines en todos los habitantes de esta Nación.
Todos:
¡Oh Cristo Rey!, con ardiente júbilo te juramos fidelidad como
nobles generosos vasallos. Habla, pues, manda, reclama y exige con imperio:
pídenos la sangre y la vida, que son tuyas, porque totalmente te pertenecemos;
resueltos estamos a dártelos por defender tu bandera hasta que triunfe y sea
exaltado, reverenciado y amado para siempre tu herido Corazón.
Ya reina en ….. tu Corazón divino y desde la santa Montaña
consagrada a ti, enjugará las lágrimas, restañará la sangre, curará las heridas
de esta República conquistada por la Virgen de Chiquinquirá. Tú dominarás en
ella con el cetro suavísimo de tu misericordia y en la paz como en la guerra,
en la agitación como en la tranquilidad, nos verás con benignos ojos y
extenderás tus benditas y poderosas manos para bendecirnos. Y nosotros, con
todas las generaciones futuras, te aclamaremos nuestro Rey y Salvador. Allá
volarán las muchedumbres a pedirte gracias y a ofrecerte, con alma y vida,
guardar tu santa Ley: y tú, Redentor amoroso de los hombres, atrae a tu Corazón
adorable a los pecadores para convertirlos.
Recobra el dominio sobre tantas almas apóstatas, desorientadas
y engañadas con falsas y perversas doctrinas; conserva la fe en nosotros y
despréndenos de los miserables bienes del mundo; calma los odios y une a los
hermanos; ilumina a los ciegos; perdona a los ingratos; pero, sobre todo,
concede a tu Iglesia la libertad y la paz por la que tanto suspiramos. Derrite
con el fuego de tu divino pecho, misericordioso Jesús, el hielo de las almas;
establece tus reales en todos los pueblos de nuestro país y penetre tu caridad
a las cárceles, a los hospitales, a las escuelas, a los talleres; haz en trono
para ti en cada corazón ….., porque los Pastores y las ovejas, los padres y los
hijos, nos gloriamos en ser tuyos. Danos, por fin, una santa muerte,
sepultándonos en la herida preciosa de tu Corazón de amor, para resucitar en
los esplendores del cielo, cantando eternamente:
CORAZÓN SANTO
TU REINAS YA
COLOMBIA TUYA
SIEMPRE SERÁ.
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