Aún desde la preocupación y dolor que nos causa su enfermedad, si está dentro de lo que tu permites, aceptamos este momento como ocasión de purificación, abandono y ofrecimiento generoso de nuestras vidas.
Aceptamos este momento para unirnos desde el sufrimiento a los dolores de Cristo por la salvación del mundo.
Tómese unos minutos y, en calma, que su corazón se una a lo que acaba de decir con sus labios: "con este sufrimiento, me uno, Señor, a tu pasión..."
Señor, Tu que quieres que tengamos vida en abundancia, te pido que por el poder del misterio de tu infancia y tu vida oculta en el hogar de Nazaret, sanes al niño(a) a quien tú conoces y amas.
Cuida de su cuerpito y de su alma. Pasa tu mano sanadora sobre él para que sienta tu alivio, tus cuidados y se restablezca prontamente, según tu voluntad.
Tú, que recibiste los amorosos cuidados de María y José, consuela y reanima a sus padre y familiares, no dejes que caigan en la desesperación, la duda y la depresión; sino que desde su dolor y preocupación recurran a Ti como fuente de verdadera sanación del cuerpo y del alma.
Te presentamos el lugar donde se encuentra el niño, reviste ese sitio con tu fuerza y gracia. Aleja de allí todo lo que, material o espiritualmente, puedan ser un obstáculo para la pronta recuperación.
Te presentamos los profesionales médicos que atienden al niño, revístelos con tu sabiduría, ilumínalos para que logren dar con acierto en el diagnóstico y encuentren la medicación y tratamiento indicado. Tómalos como instrumentos de tu sanación.
María, madre de Jesús y madre nuestra; San José, protector de la Sagrada Familia, llenen de confianza, paz y fe a sus padres y que puedan ver crecer a su hijo en estatura, sabiduría y gracia, delante de Dios y de los hombres. Que logren conseguir los medios necesarios para la buena atención de su hijo(a).
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