Te encomendamos, en este día, cubras con tu espada, protejas, ayudes en toda acechanza, contra todo mal, a todos los Ungidos y elegidos del Señor, a todos nosotros, con nuestras familias, a toda la Iglesia, al mundo entero.
Gran guerrero Gloriosísimo San Miguel arcángel, cabeza y jefe de los ejércitos celestiales, depositario de las almas, vencedor de los espíritus rebeldes, doméstico en la real morada de Dios, nuestra guía admirable después de Jesucristo, y de excelencia y virtud sobrehumanas, dignaos librar de todo mal a todos los que acudimos a Vos con confianza, y haced por medio de vuestra protección incomparable que adelantemos cada día en servir fielmente a nuestro Dios.
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